domingo, 28 de agosto de 2011

Reflexiones.

Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más tangible; que podemos mirarlo como a una criatura oscura, tanto más ajena a nosotros cuando más cerca la sentimos.
Las palabras tienen un poder inmensurable, son capaces de hacernos sentir sensaciones tan dispares como alegría, desdicha y nostalgia.
Cuando escribimos transmitimos nuestros sentimientos e impregnamos el papel en su aroma. La tinta sale directamente de nuestros dedos, al igual que la sangre que sale de nuestro corazón. Porque los sentimos ahí, en nuestras propias vísceras.
Palabras de otros, palabras vacías y carentes de significado, que diferencia al compararlas con las que nacen de nosotros.
Hoy sólo me tengo a mí, con mis miedos y preguntas, con mi mente inquieta y defectuosa y con todas las palabras que salen de ella. Terapia de choque contra todos esos sentimientos contradictorios.
Hoy voy a rescribir la historia, desahuciar mis fobias, como antes hicieron muchos otros mejor y peor y como lo seguirán haciendo hasta que esta sociedad degradante pierda el sentido de las palabras.
Hoy ni siquiera busco que me escuchen, tan sólo escribo para mí.
Esto no es un mensaje de optimismo ni esperanza. Tampoco significa que hoy este al borde del abismo, en verdad estoy bastante bien, contenta diría yo. Si mis pensamientos pueden parecer un poco oscuros es, quizás, por que me gusta rozar esa parte oscura de vez en cuando. Ya leí una vez una cosa que me pareció de lo más acertada y hoy acabo así:
Una incursión ocasional por alguna emoción negativa hace que sentirse normal resulte muchos más dulce.

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