viernes, 19 de agosto de 2011

Muerte de un superhéroe.

Todas las muertes son feas. Incluso las estrellas que consumen sus gases y se extinguen a través de una supernova, contaminan una zona espacial tan grande que luego no podrías ni regalar ese terreno. Sí, el chico que hay en el puente se compara con estrellas que se enfrían mientras aguarda a que los distintos elementos que componen sus ansías de morir- asco, cólera, dolor, nausea, fragilidad, frustración, injusticia, envidia, soledad, arrepentimiento- se fusionen en una fuerza lo bastante fuerte como para impulsarle. Suelta una mano, pues le parece que ha llegado el momento de ponerse serio. A medio camino de allí abajo. A medio camino de la no existencia. Basta de darle vueltas. Di adiós, mundo,  a un monstruo, a alguien que ni siquiera está lo bastante entero para llegar a los 16 años, a un perdedor en todos los aspectos, pero que se va con estilo, diciendo goodbye, au revoir y sayonara a todos los caminos no pisados y futuros no vistos, a todos los sujetadores no desabrochados y a todas las chicas no besadas, adiós a todas las lecciones no aprendidas y errores no cometidos y un caluroso "a tomar por culo" a todas las torturas prácticas médicas y a todas las humillaciones y finalmente un "hasta luego" a toda la jarana humana que apenas se dará cuenta de la ausencia de un trozo de carne de 50 kg alrededor de un alma.


- Anthony McCarten

1 comentario:

  1. Tan certero...

    Estoy leyendo el libro; justo he llegado a la parte arriba citada en el blog.

    Saludos cordiales

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