sábado, 20 de agosto de 2011

Días grises, noches largas, remordimientos y demás mezclas.

Un día estás tan tranquilo viviendo tu vida y al siguiente ya no estás.
De un minuto a otro todo cambia.
Puede que estés enamorado, ya puedes tener diecinueve años o cuarenta; podías ir un viernes de fiesta, a casa de un amigo o volver del trabajo.
Todo se acaba tan rápido como empezó.
Ya de nada valen las facturas no pagadas, los problemas no resueltos o las palabras no dichas. No te retienten familia ni amigos.
Es asombroso como todo sigue igual, la vida no cambia. El universo no emite ninguna señal acerca de las vidas que se van, Y los que se quedan, al principio no lo creen, luego empiezan a echar en falta a esa persona y a los dos años ni se acuerdan de cuando se fueron.
Parece cruel e injusto pero es exactamente así.
Parece irreal y sí, al principio duele y cuesta, pero tarde o temprano todo sigue normal, no igual pero sí lo suficientemente parecido como para permitirnos vivir.
En cambio cuando te vas, te vas. No hay más vueltas de hoja. Ni más soluciones.
Puede que realmente haya otra vida, pero es inevitable que primero dejemos esta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario