martes, 21 de abril de 2015

Tengo el pensamiento enloquecido, alborotado, literalmente pegando saltos. Pensemos en una idea como en un sujeto sin determinar que se ha colado en una fiesta donde no conoce a nadie, y para disimular empieza a hablar con familiaridad con todo el mundo. Cierro los ojos y consigo verla en mi cabeza, despertando miles de pensamientos inconexos. Se va de un lugar a otro hasta perderse entre la multitud. Y ya no distingues esa idea, pues se ha formado una cacofonía de reflexiones. Voy a ser explícita, la lista de tareas pendientes para la semana se ha mezclado con un cálculo mental de tu presupuesto mensual. Tus planes futuros se diluyen con divagaciones variadas para luego desparramarse encima de situaciones pasadas. Todas las conversaciones incompletas retoman sus diálogos junto a todas las conversaciones que no llegaron a empezar más allá de tu cabeza. Y de nuevo intentas recordar la idea causante de todo este desastre, el origen de toda esta excitación mental; pero como ocurre con tantas cosas en esta vida, éste se ha vuelto difuso. Y pruebas a escribirlo, tal vez volcar ese torrente de pensamientos en un papel tomando de prestado una segunda voz te permita sosegar lo suficiente a tu mente como para intentar conciliar el sueño.

miércoles, 1 de abril de 2015

¿A quién puedo escribirle hoy?

Podría escribir sobre todo lo que ha sucedido o todo lo que queda por suceder, podría escribirle a todas las personas que se han ido; o a ti, que sigues aquí. Podría escribirle a los que acaban de llegar o a los que están a punto de irse. A los que creen en las certezas y a aquellos que viven bajo un mar de dudas. A los que prefieren el mar a la montaña, el gris al negro, la pizza a la ensalada. Podría escribir a aquellos que lo han perdido todo o a los que aún no se han encontrado. Escribir a los que tienen miedo y a los que amaron para encontrar el valor. Podría escribirme a mí, a todas las cosas que he perdido y a aquellas que aún no he encontrado, a mis dudas y a mis certezas, a mi futuro y pasado, a mí; que prefiero el mar, el gris y la pizza. Y que tengo miedo, que he amado y aún no he encontrado todo el valor. Podría escribirle a tantas personas y escribir sobre tantas cosas que a veces el silencio me arrastra, me incita, se arremolina alrededor de mis letras y las acalla. Pero la vida es movimiento, es acción, pasión, música, es sentir, reír, llorar, es vivir y a veces es morir. Una vez leí que la vida es un ruido entre dos grandes silencios. Así que hoy he venido a hacer un poco de ruido.