miércoles, 12 de febrero de 2014

A veces las personas no son conscientes de lo que sus actos influyen o dejar de influir en los demás.
Todas nuestras interacciones con los demás adquieren una consecuencia.
Una figura bastante influyente en nuestra adolescencia es el profesor.
Hay profesores que te marcan, pero unos para bien y otros no tanto. Existen profesores de esos que recuerdas siempre por todo lo que influyeron en ti. Y ya no se trata de medir cuantitativamente los conocimientos que te ha enseñado si no de una forma cualitativa todo lo que como persona te ha aportado.
Por otro lado, hay profesores que te hunden en la miseria. Yo creo que si supieran hasta que punto te anulan como persona en sus clases se dedicarían a otra cosa. Porque me niego a pensar que nadie tiene como vocación el joder a restos de mortales. Aunque más de alguna vez la duda me corroe.
Y lo peor de este puto año de mierda en el cual no nos dejan ni pensar, solo se trata de memorizar contenidos de distintas asignaturas para soltarlas en un examen de mierda al final de curso. Lo peor de todo es que ni siquiera me deja tiempo para indignarme.

sábado, 8 de febrero de 2014

Hoy me ha dado por pensar en todos los libros de fantasía donde aparecen mundos paralelos. Sus protagonistas suelen ser adolescentes con una vida normal pero que secretamente siempre han sentido que no pertenecían a ese lugar. Y esto se debe a que su destino era otro. Cuando entran en ese mundo paralelo al que realmente pertenecen se sienten completos. Parte de un todo finalmente. Por primera vez todo encaja. Y es que sus destinos estaban escritos.

Y yo me paro a pensar, ¿Y los demás? Todos hemos sentido alguna vez que no encajábamos en ningún sitio, que nadie nos ha llegado nunca a comprender, que en el puzzle de nuestras vidas se han perdido muchas piezas y las que hay vienen más bien defectuosas. 
Pero no puedo esperar a encontrar mi mundo de fantasía, donde me digan que realmente he llegado a casa. No quiero. Bastantes sueños tontos persigo ya.  
Sigo pensando y creo que quizás nadie haya encontrado jamás ese mundo realmente. Quizás interiormente todos nos sentimos igual. Quizás el mundo se compone de personas individuales e incomprendidas. Quizás la unidad y la comprensión total son solo ideales que hemos interiorizado como objetivos de nuestra vida. 

O quizás llegue un día en el que encontremos esa unidad en otra persona. Ese día no hará falta que nadie te diga que has llegado a casa, porque ya lo sabes.