domingo, 8 de febrero de 2015

No es que no quiera, es que no quiero querer.

Otra vez estamos igual. Por mucho cuidado que pongas el mundo siempre está ahí dispuesto a darte un empujón que te haga caer de bruces contra el suelo a la mínima señal de que has bajado la guardia.
Confianza. ¿En qué? ¿En quiénes?
Yo no confío ni en mi misma, en mi la que menos. No siempre he tomado buenas decisiones.
Cómo para confiar en que nadie más se vaya a preocupar de tu felicidad.
Pero en algunas cuestiones somos bastante ciegos. Porque no queremos ver las cosas tal y como son hasta que ya las tenemos justo encima. Porque el ser humano es así de imbécil y yo me incluyo todas y cada unas de las veces.
Pero en el fondo somos unos jodidos optimistas por naturaleza, que piensan que la próxima vez no pasará. Y así nos llevamos las hostias siempre de forma cíclica, a veces, cuando aún no ha pasado suficiente tiempo como para olvidar la caída anterior.

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