martes, 31 de julio de 2012

Príncipe mecánico

¿De verdad la amaba lo suficiente como para dejarla marchar? ¿Para dejar que un trozo de su alma se fuera con ella? Sentía como todo su mundo se venia abajo, todo giraba alrededor de una palabra, una exhalación de aire era suficiente para pronunciar dos letras que arrasan con todo su mundo: NO. Nunca seria suya, nunca le había pertenecido. Pero la amaba, con cada parte de su cuerpo, cada palabra, hasta el más mínimo estremecimiento era provocado por una sola de sus miradas. Ahora tendría que renunciar a ella de una vez por todas. Por una vez en su vida le había abierto su corazón y toda su esencia a una persona y estos habían sido rotos en mil pedazos. El problema es que ni siquiera podría despreciarla por ello, no había sido tratado con desprecio o desconsideración. En el fondo de su alma sabía que una parte de ella lo amaba también, pero no lo suficiente. Y ahora tenía que ver como cualquier posible futuro a su lado se desvanecía. Nunca podría hacerle daño. Él nunca había sido un caballero, pero sabia cuales eran sus lealtades. Supo que antepondría cualquier sentimiento a su felicidad, y esa felicidad no estaba a su lado, ahora no. Simplemente se echaría a un lado, dejaría el camino libre para la feliz pareja.Desde el fondo de sus ojos, oscuros y ajados, reflejo de su alma astillada, veía alejarse a la que siempre sería el amor de su vida junto a la persona que mejor lo conocía, la última persona a la que querría causar daño alguno, su hermano de sangre. Su parabatai. Había llegado tarde, ahora el corazón de Tessa no le pertenecía a él, Will. Sería para siempre de Jem.

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