Lo peor de idealizar a alguien es que es jodidamente fácil. Más si hay distancia de por medio. Idealizas a esa persona y acabas por ver lo que tú quieres ver y te engañas. La mentira es bonita mientras dura, por desgracia no suele hacerlo mucho tiempo. Y luego te toca romper el espejo de esa imagen idealizada y pasar descalzo. La realidad duele, pero la mentira acaba por doler mucho más.
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