Hay actos que parecen carecer totalmente de relevancia pero que vienen a ser como piedras pequeñitas que empiezas a comer y sin darte cuenta, hacen que poses los pies en el suelo. Y de repente todo adquiere otra perspectiva. Desde abajo el plano siempre suele ser más crudo y expuesto al natural. Y sientes todo el peso de la gravedad encima de tí y te parece demasiado peso para sujetarlo tú sola.
Un día empiezas a vomitar todas las piedras que te habías tragado, pero ya no vuelves a alzar el vuelo. La realidad pesa demasiado una vez que te quitas la venda, aunque la mitad de las veces la venda nos la quitan a guantazos.
Necesito que me digas que todo es imaginación mía, que la realidad es más sencilla que todas las películas que dirigo y produzco en mi mente y que todo tiene explicación. Que las cosas se van a arreglar y todo va a salir bien por una vez. Que no hay nada malo en vivir en el cielo y ver las cosas desde arriba.
A veces es mejor dejar la vida pasar y sin embargo otras, indiscutiblemente, hay que tomar partido. No vas a volver a ser la chica que eras en el pasado y por lo tanto, si algún día te la encuentras en alguna vieja libreta o en alguna conversación banal, no la vas a reconocer. O lo que es peor, no vas a querer reconocerla.
La vida es así; crecer, creerse más maduro y volver a cometer los mismos errores. Caras nuevas en viejos disfraces, un circulo vicioso del que cuesta demasiado salir. Aunque sé que hay gente que se tira por la borda a mitad de camino, pero ese nunca fue mi estilo.